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Pandora 0. Prólogo

jueves, 16 de abril de 2020

Pandora 1. Altercado nocturno


1. Altercado nocturno

          La noche era agradable y la marina de Valencia bullía con los turistas que habían inundado la ciudad con la llegada del verano. La zona del puerto era el área de moda y la gente combatía el calor cerca de la playa, paseando o tomando algo fresco en las terrazas o en los clubes que, a esas horas, recibían a los primeros clientes deseosos de música y fiesta.

          Cuatro jóvenes entraron a una de las terrazas y se acercaron a la barra mientras charlaban alegremente. Dos eran altos, Óscar y Llovet, uno calvo y el otro castaño. Los otros dos eran más bajos; Uve con el pelo muy rizado y Juanky de piel morena y también calvo. Vestían según sus gustos y la temperatura de la época, pantalones cortos y polos o camisas.

Eran un grupo de jóvenes normales al comienzo de una noche veraniega en la que iban a celebrar la visita de varios amigos que vivían fuera. Simplemente esperaban pasarlo bien y reencontrarse con sus amigos.

-        Pídeme un Gintonic Juanky – le dijo Llovet al más moreno.

-        Venga va… ya se lo pido yo al señorito – bromeó Juanky pronunciando señorito con tono burlón -. ¿Qué queréis vosotros?

-        Ron Cola para mí – dijo Óscar – y mejor si es zero – añadió con un guiño.

-        ¡Otro gin Juanky! – exclamó Uve poniéndole la mano en el hombro.

Los 4 amigos habían llegado con bastante antelación, era difícil aparcar en la zona a partir de ciertas horas, y ahora esperarían a que el resto del grupo fuera llegando mientras tomaban algo.

-        Mira, por ahí viene Paco – señaló Uve con la mano libre.

Paco se acercaba cabizbajo mientras miraba el móvil y enviaba mensajes de texto. Al tiempo que se acercaba a sus amigos, varias chicas llegaron a la barra para pedir sus respectivas copas. Por la ropa y los complementos parecía que iban de despedida de soltera.

-        Eso eeees – dijo Paco alargando la mano para saludar mientras miraba la retaguardia a las chicas.

-        Y tanto que es – contestó Llovet, mitad saludando a su amigo mitad contemplando a las chicas.

-        Pídete una Paco, que aún falta un rato para que llegue el resto – le dijo Óscar mientras se estrechaban la mano.

El cachondeo se acabó cuando varias personas comenzaron a señalar una columna de humo negro y el resplandor unas llamas que venían del extremo opuesto del puerto.

-        ¿Qué es eso? – dijo Uve señalando también.

-        Parece un incendio en la zona de mercancías – añadió Óscar preocupado.

En ese momento les sobrevoló un helicóptero de la policía que se dirigía hacia la zona del incendio, el aparato volaba más bajo de lo normal y la inquietud comenzó a plasmarse en los rostros de todo el mundo. Los amigos se miraron sorprendidos por los acontecimientos.

-        ¡Ostias! - Exclamó Juanky - Menuda se puede liar si el incendio es grande.

-        ¿Nos asomamos un poco? – incitó Óscar caminando hacia la salida.

La gente comenzó a salir de las diferentes terrazas y se agolpaba curiosa en el paseo. El fuego se veía al fondo y aún quedaba lejos, pero ciertamente debía ser importante para verse desde la zona de ocio.

-        Vamos va - sentenció Llovet.

Comenzaron a caminar cuando las sirenas de los coches de policía los hicieron detenerse de nuevo. Por el paseo avanzaban dos vehículos de policía a toda velocidad directamente hacia el origen del fuego.

-        Esto puede ser grave eh, vamos, pero con cuidado – dijo Uve

Siguieron caminando y poco a poco vieron que cada vez había más sirenas, más coches y más nervios en el ambiente. Mucha gente se alejaba de la escena, algunas personas incluso corrían.

-        Escuchad, puede haber algo tóxico en el aire o algo. No deberíamos acercarnos más... – dijo Óscar valorando si podía ser peligroso – Podría ser algo tóxico y…

-        ¡Mirad eso joder! – le interrumpió Llovet.

Por el centro del paseo un coche patrulla circulaba marcha atrás a gran velocidad con tres individuos agarrados al capó y al techo. La gente se apartaba gritando. El vehículo no tardó en chocar contra una de las palmeras del paseo y los tres individuos que llevaba salieron disparados y rodaron por el asfalto.

Se abrieron las puertas delanteras y bajaron dos agentes, un hombre con el arma desenfundada y una mujer que pedía ayuda por radio.

-        ¡Quietos! ¡No os levantéis del suelo! – Ordenó el conductor apuntando con el arma al que tenía delante.

Se trataba de dos hombres y una joven que hacían caso omiso a las órdenes y que pese al trompazo y la sangre se levantaban de forma extraña. Parecían en shock, no hablaban ni pedían ayuda, simplemente se levantaban. El primero en incorporarse fue el que estaba más cerca del agente de policía. Se trataba de un tipo corpulento que vestía una camisa que había sido blanca antes de teñirse de sangre. Los otros dos, un hombre más menudo y una joven con vestido negro, también se levantaba entre espasmos y gruñidos.

Sin pensarlo, como por acto reflejo, Juanky puso el móvil a grabar. Lo que sucedió después no lo olvidarían ninguna de las personas que asistían atónitas a la escena. Antes siquiera de enderezarse del todo, el tipo de la camisa blanca se abalanzó con los brazos extendidos intentando atrapar al agente.

El policía estaba muy nervioso, dudó y disparó al aire ¡PAM! Él sabía que abrir fuego sobre un civil desarmado era algo que podría arruinar su carrera, aunque esa gente estuviera completamente enloquecida. El tipo corpulento cogió al agente del brazo y comenzaron a forcejear. El policía le propinó un rodillazo en sus partes, pero éste ni se inmutó. Su compañera corrió en su ayuda, cogió al tipo de la camisa ensangrentada y tiró con fuerza para quitárselo al agente de encima. No vio que por detrás se acercaban los otros dos.

El hombre menudo y la joven del vestido negro cayeron a la vez sobre la policía y la tiraron al suelo. Todo fue muy rápido. Mientras ella sujetaba al hombre menudo, la chica del vestido se coló hasta su cuello. El grito de dolor fue desgarrador y la sangre brotó con fuerza del agujero que le hizo con los dientes. La gente que estaba mirando gritó impotente, algunos se alejaron corriendo del lugar. Nadie se acercó.

Angustiado por su compañera, el agente trató de disparar de nuevo, ahora ya con intenciones de hacer blanco. Tras mucho esfuerzo le encañonó y le descargó tres tiros en el pecho - ¡PAM! ¡PAM! ¡PAM! - que le hicieron caer al suelo desplomado. Una vez libre, fue a por el hombre menudo y le metió sin dudar una bala en la cabeza. Cogió entonces a la joven de los brazos, la sacudió y la empujó con fuerza lanzándola lejos.

-        ¡Arantxa aguanta! – exclamó desesperado intentando taponar la hemorragia de su compañera.

Mientras, la joven del vestido se levantó de nuevo y clavando sus ojos en el policía gritó con la boca abierta como un animal. Su aspecto era aterrador. El vestido desgarrado dejaba entrever la carne de la joven y de su boca y cuello goteaba sangre caliente. Su expresión era de rabia y locura.

-        ¡Vamos coño! – espetó Llovet - Hay que ayudarles.

Los amigos se miraron indecisos y tardaron unos segundos en reaccionar antes de correr hacia los policías. No hubo tiempo.

-        ¡Dios! ¡Dios! – exclamó el agente abrumado al ver que la joven los atacaba de nuevo.

Tres fogonazos salieron de la boca del arma y dos de las balas impactaron en el pecho de la joven que, pese a los agujeros, seguía avanzando hacia él. No pudo disparar más. No se percató de que el tipo corpulento se había vuelto a levantar y éste se le abalanzó como un loco. Entre gritos, brazos y dientes el policía vació el cargador sin saber dónde apuntaba.

 Los amigos se frenaron en seco a medio camino. No podían creer lo que estaba pasando. Juanky, con la respiración entrecortada, se guardó el teléfono en el bolsillo y comenzó a moverse en dirección opuesta.

-        ¡Hay que irse! – les gritó señalando la escena.

Al mirar, Óscar y Llovet vieron como la policía convulsionaba en el suelo y como a su compañero lo cosían a mordiscos. Uve, que miró más allá, vio que por el fondo del paseo decenas de personas corrían hacia ellos.

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